El eterno quejoso ha estado meditando.
Hay tanta violencia, tanta miseria, tanta intolerancia: múltiples motivos para quejarse.
Su esposa le dice que cambie la forma de ver las cosas y que las cosas cambiarán de forma.
Sigue meditando. Decide mirarla desde distintos ángulos para ver si cambia la forma: la mira de frente, de perfil, de espalda. Es la misma, nada ha cambiado.
Piensa para sí: "Que no me vengan con tonterías nuevas, las cosas son como son y no cambian. Siempre sentí que los hombres querían cambiar la vieja por la nueva. Prefiero cambiar mi mujer de 60 por dos de treinta, o por tres de veinte."
Rosendo tratará de seguir los consejos de su mujer para estar más abierto al cambio.
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