lunes, 31 de enero de 2011

Vida perruna



Mi vecina tiene un perro, no es un perrito, es un mastodonte. Lo quiere como a un hijo, lo que me parece fantástico para el perro, pero el pobrecito no lleva vida perruna. Un apartamento no es el lugar ideal para tenerlo. La señora trabaja y el perro-hijo pasa solo, gimiendo y emporcando la casa.

Esta vez quiebro una lanza por el perro. Debería vivir en una casa con jardín, en una chacra, en una estancia o en una fazenda brasilera, no en un cuchitril con piso de madera donde no puede gastar sus uñas. Piedad para ese perro, libertad para que se sienta animal y no hijo-perro.

Señora: no olvide la bolsita cada vez que lo saca a pasear; los ciudadanos de esta preciosa ciudad no tenemos por qué pisar la materia fecal de esos animalitos y quizás resbalarnos y desnucarnos.

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